Tafí del Valle. Tucumán. Setiembre de 2022.



Este viaje a Tucumán era originalmente para abril. 

Elegí Tafí del Valle otra vez.
Demoré 27 horas en llegar. Estoy cada vez más entregada en cuerpo y alma al transporte público. No siempre hay combinaciones, a veces tengo que esperar 3 horas, y a veces 15. Solo paciencia y un libro.

En la terminal de San Miguel, después de comer un sandwich, y como faltaba una hora para el cole, se me ocurrió ¿por qué no ir hasta la Plaza Independencia y a la Casa de Tucumán, que no conocía? Así que a paso rápido subí las 5 o 6 cuadras, saqué unas fotos y volví. 




Cuando me bajé en la terminal de Tafí e iba caminando al alojamiento me sentí un poco.. desubicada..? 
¿qué hacía un día entre semana haciendo turismo?. Qué peso que tiene eso que nos inculcaron desde la cuna, trabajar y trabajar...en lo posible 40 años en el mismo lugar, y sin faltar. Y cuánto cuesta decir: "me lo merezco".

Lloviznaba, y quedaban pocas horas de luz, pero.. no me iba a quedar encerrada. Fui a la Loma de la Cruz.

         

Al día siguiente fui a La Ciénaga. Sentía que tenía que volver. El viaje a Tucumán no habría sido el mismo si lo hubiera hecho en abril. Quién sabe si hubiese sabido de la existencia de La Ciénaga, o si me hubiese animado a ir sola. No entiendo de energías y esas cosas, pero tal vez haya un orden en el universo, y sea cierta esa frase : "las cosas se dan cuando se tienen que dar".
Subiendo la cuesta empezaron los lamentos.. "¿quién me mandó?" "¿para qué cuernos vine?" "que ganas de jodeerrrme la vida que tengo". Como me conozco, se que eso ocurre en cada trepada😁. Después viene la foto de la victoria, aunque falte la mitad del camino.

                       

Y vienen paisajes que deslumbran. Suspiros, paz, sosiego, calma.

  
Ese árbol.. ahi solo y desnudo, me hizo acordar a un tabaquillo.

 

Otra vez los 12 km. a 2000- 2700 msnm, con un desnivel positivo de 750mts. Sola, cruzándome con uno o dos pobladores a caballo. 
El día antes de viajar pensaba en que no es que no tenga miedo. Tengo miedo, de que me pase algo, de asustarme, de lastimarme, de accidentarme, de morir. Lo hablaba -entre tantas cosas- con una chica que conocí en el cole, que también viajaba sola. La cuestión es afrontar esos miedos, y también respetarse, qué podemos y qué no podemos. 
Esas personas que como dije en otra entrada, se cruzan en nuestras vidas y compartimos en algún lugar, algún momento, pueden marcarnos, ayudarnos a reafirmar, a cambiar o a revisar hábitos, ideas, pensamientos, ayudarnos a crecer. Somos en parte lo que nos dejaron esas personas, se establezcan vínculos o no.
Buen viaje N! Me encantó conocerte, me encantó nuestra charla. (me refiero a viaje, más allá de los kilómetros que recorras)

           

    

No había nadie en el albergue. 
Aparecieron como 30 motos. Me asusté un poco, pero me paré a la entrada con un palo, toda valiente, ja. Eran motoqueros de E.Ríos, charlamos un ratito. Se sorprendieron que andaba sola (como cuesta romper prejuicios).  Les dije que dejaba la mochila, que iba a buscar las llaves. Cuando volví ya no estaban.

Fui a buscar las llaves a la casa de doña Hilda. Tomé mate. Subí al cerro que está enfrente, donde hay una cruz en honor a una caminante. Me quedé mucho tiempo ahí sentada, solo contemplando la belleza y la inmensidad de esos paisajes.
Junté leña, prendí fuego, tomé un té de yuyos y más tarde  comí mi comida liofilizada. Puse cosas para trabar la puerta, el gas pimienta y el cuchillo al lado mío. Dormí toda la noche.

Parece que calqué las palabras y las expresiones del anterior viaje a La Ciénaga.
Esto fue diferente. Sabía que tenía que volver, porque esos lugares no podían quedar en mi memoria con el sabor amargo del camino transitado hace 3 meses.



El regreso fue también calmo. Era un día radiante. 3.30hs.de caminata.


Llegué al hotel, descansé un ratito y fui a buscar un remis que me acercara al inicio del sendero El Pelao (Ampuqcatao). Cuando estaba subiendo, otra vez.. "debo estar loca.. quién me mandó.. si ya caminé como 13 km.." (iban a ser 13 km más) y así.. hasta la cumbre 😂😂. Casi llegando, me encuentro con un muchacho que andaba con un perro. El can se me avalanzó y casi muero infartada, pero era de alegría que me saltó. Me pidió si no lo llevaba de vuelta, que lo había seguido desde el inicio del sendero -eso me dijo el muchacho, no?- 



En el Cerro hay restos arqueológicos prehispánicos y coloniales de los pueblos diaguitas.  

En el viaje anterior había encontrado una piedra parada, grande, que pensé que sería un reloj de sol.. Ahora, leyendo un trabajo de Arqueología en el Valle de Tafí (Bárbara Manasse, 2019), aprendo que eso era un monolito o "menhir", y que hoy los pobladores los llaman "piedras paradas".  Son testigos del pasado-tal vez del Tardío Inca- y son parte del "presente" de la cultura tafinista.                                                                           


Era la primera vez que un perro me hacía de guía. Se adelantaba, se daba vuelta, me miraba y me esperaba. El litro y medio de agua que llevaba, se la fui dando de a poco. Yo tomé mate. La mochila debe estar bien preparada, desde manta térmica, silbato, botiquín, brújula, cuchillo, agua y algo para comer, y debe pesar lo menos posible, pero no puedo deshacerme del mate. Ese es mi placer! (ahora compré uno de silicona, que no pesa nada)
Soy bastante consciente de a donde voy. También pido permiso y agradezco al cerro que me deje estar ahí.

     

Mientras bajábamos El Pelao hacia La Cruz, el chicho, cada tanto, se alejaba a correr los caballos, y volvía. Yo iba sintiendo mezcla de disfrute y mezcla de nudo en la garganta. Cuando llegamos a La Cruz, amagó con seguir a una pareja que iba subiendo, y le dije que no, que ya había caminado mucho, que estaría con hambre y deshidratado, que me siguiera a mi. - eso le dije yo a la chica-. Aclaro esto porque si no parece que hablo con los animales. 😉. Compré alimento balanceado  y pedí agua en una despensa. Y pasó lo que temía. Se me estrujó el alma cuando lo dejé. 

27 horas para ir y 17 para volver, ¿se justifica? Si, sin dudas.

Este viaje me hizo sentir un poco la libertad. Libertad de decidir. Tirar yerba o cáscara de banana, porque es orgánico? o guardar en la mochila aunque nadie me vea? En el medio de la nada tengo la posibilidad de ser congruente entre lo que pienso y lo que hago, y eso es libertad, tener conciencia de que lo que hagamos afectará a los que nos siguen. Todos podemos hacer algo, por más pequeño que parezca. 
(hoy 27 de setiembre es el Día Nacional de la Conciencia Ambiental)😀






 


                                                                                                                       



















 







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