Santa Marta y Cartagena. Setiembre 2023.

 


Últimos dias de agosto...Hay días buenos y hay días malos. Hoy me levanté pensando en que mi mente se tiene que concentrar en tres cosas: mi jubilación, la primer carrera de 14k en la selva que voy a correr en unos dias  y el viaje a Colombia.

Yaboty 14k. Morí de nervios. Me sentí un poco sola en el mundo running y me preguntaba "que haces acá.. looca!" Calor, humedad, barro, arroyos con el agua al cuello. Me di el lujo de correr - y hasta de nadar- un 14k en la Reserva de la Biósfera Yabotí. Una experiencia increíble. Llegué a la meta, emocionada. Fui al camping, desarmé la carpa y regresé a casa. Casi como un trámite, pero fue cumplir el desafío que me había propuesto y volvía satisfecha conmigo misma. 

Jueves. Terminé de "rastrear" las escuelas donde trabajé. Completé los papeles y los entregué en Jubilaciones. Sentí alegría, satisfacción y agradecimiento. 

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Regresé de Colombia.. qué locura de viaje. 

Ir a Asunción a tomar el vuelo barato y llegar a destino, tiene su costo. Paciencia.. adaptarse a las circunstancias.. ser flexible.. todo eso voy pensando para no alterar -tanto- mi salud mental.

Salí de casa con campera de abrigo. En Paraguay casi muero de hipotermia (porque dejé la campera viendo los pronósticos) y cuando bajé en el aeropuerto de Santa Marta, sentí entrar a un sauna. A las pocas horas se largó un diluvio, cuando más o menos paró, sali a recorrer el Parque de los Novios. Calles inundadas, basura, calor, humedad... las personas que atendían los barcitos intentaban poner la mejor onda, pero Santa Marta mostraba la cara del subdesarrollo.

Al dia siguiente fui a Taganga en buseta. Varias veces pensé en mis amigas... que prometí invitar a estos viajes... me mandarían al car..o con esas andanzas.😂


Taganga es un pueblo que por más de 500 años se ha dedicado a la pesca con chinchorro (redes). Participan hombres, mujeres y niños.

Contraté una excursión para ir a hacer snorkel e ir a otra playa. Hacer snorkel fue una de las cosas más lindas que recuerde haber hecho en mi vida. Aguas transparentes y cálidas, peces de colores, corales, algas, un mundo fascinante ahí abajo. Tenía que esforzarme en llegar a las profundidades, porque el agua salada no deja que te hundas.


De Playa Grande - que no tenía nada de grande, estaba sucia y llena de gente-, me fui caminado por senderos rocosos a otras playas más alejadas y agrestes...a despuntar el vicio..

Me había lastimado los pies con  las rocas, las playas estaban llenas de basura, hacía mucho calor y humedad. Era el segundo día y si bien no me quejaba, pensaba que Santa Marta era esa vez y nunca más. 

El domingo me levanté y fui a ver qué excursión podía hacer. Decidí ir a Playa Cristal, en el Parque Tayrona. Conocí a una pareja de Cali y a una chica de Lima. Compartimos el alquiler de una carpa en la playa. Charlamos, almorzamos. Fuimos a hacer snorkel a Wikiki. A una profundidad de entre 5 y 10 metros, veía erizos de más de 30cm de diámetro, corales gigantes, peces de distintos colores, no podía creer lo que veían mis ojos. Estaba alucinada. Veía lo que a los 17 años soñaba. 



Al día siguiente fui al Mercado Central a tomar un colectivo para ir al Parque Nacional Tayrona, en la entrada El Zaino. Desde hace dos años venía mirando videos en YouTube y leyendo en los foros de viajes sobre las recomendaciones para visitar este Parque. Dormir en una hamaca en Cabo San Juan era una de esas cosas que tenía "entre ceja y ceja". 

En la entrada reservé una hamaca en un camping a mitad de camino. No puedo explicar el calor y la humedad que había. Y Cabo San Juan estaba a 2 horas de caminata a paso rápido. Llevaba la mochila pesada porque había leído que todo es muy caro ahí adentro, que recomendaban llevar lo que uno va a consumir. También leí que había que llevar abrigo para las noche. Error. Cuando llegué al camping las hamacas me parecieron demasiado precarias, en un ambiente inhóspito. Decidí pagar un poco más y quedarme en una carpa. Dejé algunas cosas y segui caminando a Cabo San Juan. Cuando llegué, me doy cuenta que me había olvidado el celu. No podía estar en cabo San Juan, después de tanto esfuerzo y que no me quedara una foto de recuerdo. Descansé un rato y volví al camping...más de 1 hora de caminata. Algunas de las personas que había cruzado a la ida, se sorprendían que ya había regresado a la playa.."Amiga.. cómo hiciste??" jaja...



Conocí un muchacho argentino y nos pusimos a charlar, casi hasta el atardecer. Al atardecer, con menos °C y menos personas, esas playas eran un paraíso. Regresé rápido porque oscurecía. Me bañé como pude en un lugar que no detallaré. Cené una mojarra- que miden más de 30cm- en un barcito y tomé una latita de cerveza. Dormí como los dioses..

Al día siguiente compré un pan Tayrona, casero, saborizado, preparé el mate y fui a otra playa, bellísima.. Estaba sola. Jugué durante horas en el mar suave, transparente y templado.

El caribe colombiano.. Y mientras nadaba en esos mares pensaba.. cuántas "Semanas del Estudiante" habré put..do.. por el bochinche, por ser jurado, por los papeles tirados, porque se sentaban en las mesas..😁😂😂.. 32.. y me seguía revolcando en esas aguas y en esas arenas, pensando que lo tenía re-contra merecido. Placer.

                                      

          

Al mediodía fui a otra playa, comí un cóctel de camarones, solo para tener acceso a una mesa, reposera y una sombrilla. Dormí una siesta. De vez en cuando me levantaba a darme una refrescada. 

Tenía los pies destruidos. Igual decidí ir a Cartagena. 



Caminé porlas callecitas del casco histórico de la alegre y colorida Cartagena durante dos días.

Castillo de San Felipe.







Regresé a Santa Marta, que me mostraba otra cara: la de los atardeceres soñados, de la brisa fresca de la mañana y del sol radiante y tibio. Me gustó. Santa Marta, la ciudad más antigua de Colombia, al pie de la Siera Nevada y a orillas del Mar Caribe, es una ciudad hermosa, segura, con gente alegre y comidas deliciosas.



Proyectos, desafíos.. cosas que nos impulsen a vivir. 

Habrá días buenos y malos, pero cuando lleguen los malos, tengamos la certeza de que siempre habrá un sol radiante y una brisa suave que nos ilumine y nos abrace. 






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